Tobruk, 5 de octubre de 1940
Las cosas siguen saliendo a pedir de boca. Nuestras tropas siguen avanzando a buen ritmo y, siguiendo un acuerdo no escrito, los británicos van retirándose al mismo ritmo. Si todo va bien en unos pocos días estaremos en Mersa Matruth y después de eso… el Nilo, Alejandria, El Cairo…
Esta noche nos ha invitado a cenar al Mariscal, y a sus principales colaboradores, la Baronesa Clara Castaffiore, cantante de ópera retirada y viuda del anterior Gobernador de Libia. La cena ha sido deliciosa, casi me he sentido de nuevo en Roma.
Después de la cena la baronesa nos ha obsequiado con un pequeño recital de Bel Canto, momento en el que se ha producido un incidente muy desagradable.
Estaba la señora entonando las primeras notas de «La mamma morta» de la ópera «Andrea Chenier» de Umberto Giordano cuando hemos oído cierto revuelo en el exterior de la sala de música. Acto seguido, un sudoroso y pálido oficial de enlace ha irrumpido en la habitación.
El Mariscal se ha levantado inmediatamente, e indiganado, le ha espetado:
– Como se atreve a irrumpir de esta forma, ¿acaso no le enseñaron modales en la academia?
– Señor, tengo un mensaje de la máxima importancia -ha dicho el oficial, un tal Macchiatto del Estado Mayor del 10º Ejército, a la vez que se cuadraba, visiblemente nervioso-.
– ¡Esto es totalmente intolerable!, dígale a su comandante que el Mariscal exige un informe pormenorizado ante tamaña ofensa -ha contestado el General Calzone, un impresentable que ha obtenido sus galones por ser militante del partido fascista-.
El Mariscal, enseguida se ha dado cuenta por la actitud de Macchiatto, que verdaderamente algo grave estaba ocurriendo.
– A ver Coronel, entrégueme ese dichoso mensaje.
El coronel Macchiatto le ha entregado un pedazo de papel al Mariscal, éste lo ha leído e, inmediatamente, se ha desplomado en su silla.
– ¡Dios mío!, ¡ los ingleses nos están atacando!, han machacado a la División 28 de Octubre -Camisas Negras-, que está totalmente desorganizada y en franca retirada.
CONTINUARÁ…